lunes, 9 de mayo de 2011

Identidad cultural y el goblalismo ambiental

 
Las consecuencias culturales que se derivan de la difusión de esquemas económicos que hacen de la eficiencia en la gestión del ambiente un artículo de fe nos plantean la necesidad de considerar el tema de la identidad cultural en el marco de la discusión sobre el desarrollo sustentable. En este sentido es conveniente destacar que el estudio integral de las identidades culturales ha representado una tarea ardua y escabrosa para quienes han intentado abordar la temática (Mato, 1993).
Hace apenas algunas décadas la fuerte presencia de la matriz positivista en el seno de las ciencias sociales inhibía los esfuerzos sistemáticos por definir y estudiar la identidad cultural. Así pues el tema tendía a ser considerado  como algo relativo a la ideología (entendida de manera simple y peyorativa), al mundo de las fantasías y las representaciones nebulosas (Mosonyi, 1995). No obstante, en la actualidad variadas aproximaciones han contribuido a la comprensión del significado de la identidad.
Sin entrar en un análisis exhaustivo del tema es conveniente pues que esbocemos una noción de identidad cultural. A tales efectos comenzaremos por establecer que   la identidad cultural implica  una construcción y no un legado pasivamente heredado (Mato, 1993: 220-221). La tarea de construcción de la identidad cultural es fundamentalmente un proceso permanente y en buena medida inconsciente, realizado por universos sociales que involucran a diversos actores y fuerzas sociales, a veces en términos conflictivos, capaces de imponer categorías ideológicas sobre una población, cuyo producto se constituye con la superposición de innumerables dimensiones. Este proceso no es único e individualizado pero su conformación involucra identidades individuales y concepciones de identidad grupal que conforman uno o más procesos de identificación social (Velásquez, 1993: 88).

La identidad cultural, definida en cualquier  esfera  (nacional, regional, local, étnica, etc.) constituye un principio de organización interna que imprime unidad, coherencia y continuidad; una pluralidad de identidades, cada una con igual validez y en un proceso constante de elaboración creadora; una suerte de rotulación transcategorial, una cobertura simbólica que abarca, no sin dejar residuos, un agrupamiento humano reductible a la unidad en cuanto colectivo, sobre la base de una o   varias características pertinentes, normalmente heterogéneas unas respecto de otras (Mosonyi,1995:9). 
Ahora bien, definiendo  la identidad cultural como lo hemos hecho en términos de  construcción permanente, fluida y  cambiante, queremos precisar que dicha construcción tiene lugar a lo largo de un espectro que  se extiende desde la identidad que deriva de profundas raíces histórico-culturales hasta la formalización reciente de nuevas identidades con alto contenido político, situacional y coyuntural (Mosonyi, 1995:10). Hay pues toda una gradación entre cuyos extremos interactúan las fuerzas de la espontaneidad y la inducción, algunas de ellas heredadas pero sin obedecer a predisposiciones genéticas, en una dinámica de reafirmación permanente en el grupo social a través de la ideología (Mosonyi, 1995).

Históricamente, la identidad cultural ha jugado un papel fundamental en la movilización de grupos étnicos, sectores populares, estados nacionales, entre otros, asignando un sentido y una fortaleza a procesos de transformación social y política y determinando el rumbo y la dinámica de las relaciones internacionales (Mato, 1993: 222). Resulta de capital importancia tener en cuenta este rol a la hora de vincular la identidad cultural con los temas de la globalización y el desarrollo sustentable.

Asumiendo como ya lo hemos hecho en la sección I que las tendencias globalizantes en el mundo actual  constituyen un hecho que no se puede negar, nos interesa poner de relieve bajo una  óptica  crítica algunos de sus efectos en las identidades culturales. Para ello comenzamos señalando que el reconocimiento de  movimientos y directrices hacia la unificación no implica la aceptación de la globalización homogeneizante y simplificadora impulsada por el neoliberalismo, la cual es emisaria de un canon cultural mediocre y envilecido. Más aún, es preciso señalar que la globalización neoliberal  guarda muy poca relación con la mundialización real o potencial de determinados fenómenos culturales.

En este caso, la difusión planetaria de determinadas prácticas, lenguas, costumbres culinarias, representaciones simbólicas, etc. no necesariamente tiene que ver con políticas culturales globales del poder transnacional, sino con la existencia fáctica de países, sociedades y culturas cuyo sola expansión demográfica y consolidación histórica representan una fuente de resistencia al pensamiento único y la cultura de clichés del proyecto neoliberal. 

No obstante, es innegable que la globalización portadora de íconos, signos y símbolos del poder económico transnacional pretende imponer una homogeneización sobre la pléyade de identidades culturales existentes en el planeta, reprimiendo el disenso, la alteridad y la diversidad en el plano del pensamiento y la cultura (Amin, 2001) (Duclos, 2001) (García, 1999) (Mosonyi, 1995) (Ramonet, 2001).
  • Esta acción compulsiva del poder transnacional afecta negativamente al universo de las culturas en general, pero resulta particularmente destructiva en el caso de las minorías y las formaciones socioculturales de proporciones intermedias; con ella se justifica y profundiza la prédica según la cual la cultura transnacional ya contiene todas las cosas que necesitan los otros y que esos otros (léase también identidades culturales) no son sino versiones inferiores, atrasadas o infantiles de  aquella. A esto se combina el pregón del estilo de vida de la "sustentabilidad global", que en la creencia de su propia universalidad como fórmula para garantizar la perpetuación y crecimiento de un capital natural, constituye una base para la operación de fuerzas que desconocen los límites culturales del más mínimo respeto por los seres y cosas de la Naturaleza, incluidos los seres humanos. Sin embargo, desde el punto de vista de las identidades culturales hay todavía un amplio margen de maniobra ante la globalización del poder transnacional.
http://www.ucla.edu.ve/dac/compendium/compendium10/globalizacion.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario